No seas un "experto" vomitador
Imitar lo que hacen los demás es una de las mejores formas de aprender.
El problema ocurre cuando el objetivo es únicamente imitar la superficialidad de un método. O, peor aún, cuando el objetivo es reproducir la superficialidad sin poner nada en práctica.
Los “expertos” que no se metían en el agua
Cuando participé en el taller de Zettelkasten 101 de Sascha Fast1, Sascha usó una anécdota que explica esta situación perfectamente.
En la comunidad fitness se puso de moda los ejercicios de adaptación al frío, en concreto, los baños de agua fría (esos que tienen bloques de hielo en el agua). En Internet era común encontrar autodenominados “expertos” que explicaban —mejor dicho, vomitaban— las técnicas y los beneficios de hacer este tipo de baños. Pues bien, Sascha —que sí que practicaba la adaptación al frío— nos dijo que para él era evidente saber cuando uno de estos “expertos” no había metido ni siquiera un dedo del pie en el agua.
Que existan “expertos” de este tipo, en mi opinión, no es un problema. Al final, es responsabilidad del consumidor elegir en quién confía o no. Lo que a mí me preocupa es la posibilidad de convertirme yo mismo en uno de esos “expertos”.
Prueba las cosas a fondo
El Shuhari es un modelo mental que explica el camino del aprendizaje hasta alcanzar la maestría en una disciplina. El primer paso es la imitación (shu) donde imitas los pasos que los demás realizan en esa disciplina. El segundo paso es la interpretación (ha) donde entiendes el significado de aquello que estás imitando. Y el último paso es la creación (ri) donde ya no necesitas pensar ni en técnicas ni en pasos, has interiorizado y transcendido a esa disciplina, has alcanzado la maestría.
El problema de los “expertos” vomitadores es que no han empezado ni siquiera la fase de imitación, por lo que se están negando la posibilidad de alcanzar la maestría.
La solución a este problema es “fácil”: cuando decidas probar algo nuevo, prueba ese algo a fondo hasta sus últimas consecuencias. Sigue el camino del Shuhari. Atrévete a sentir el frío durante el suficiente tiempo cómo para saber si ese algo merece la pena o no.
Ejemplo del método Bullet Journal
La resistencia inicial
Hace unos años, una amiga me mostró que usaba un Bullet Journal2 para gestionar sus tareas. En esa época yo utilizaba un gestor digital de tareas aplicando conceptos de Getting Things Done3, por lo que la idea de pasarme a una herramienta analógica me pareció una pérdida de tiempo.
La decisión de probarlo a fondo
Hace unos meses, redescubrí el Bullet Journal gracias a una buena conversación con Richard Mújica. Lo que hizo que decidiese probarlo fue la revelación de que un Bullet Journal es más que un gestor de tareas: es una herramienta para reflexionar integralmente sobre tu vida.
Estuve realmente tentado a implementarlo de forma digital. Sin embargo, resistí esa tentación y me obligué a mi mismo a usar una libreta física. De hecho, me comprometí a seguir el método lo mejor que pudiese (a empezar por la fase de imitación).
Y menos mal que lo hice.
Los beneficios de profundizar
La mayor parte de los beneficios de un Bullet Journal son debidos a su naturaleza analógica: a que estás escribiendo a mano en una libreta. Esta revelación no fue evidente para mí (fase de interpretación), fue necesario profundizar y poner en práctica este método. Fue necesario salir de mi zona de confort y mojarme en el agua fría.
Quizás en el futuro dejo de utilizar mi Bullet Journal para usar en su lugar otra herramienta. O, quizás, intento digitalizarlo. Pero, llegados a ese punto, siento que tendré interiorizadas las ideas valiosas, profundas y no evidentes de este método (fase de creación).
Conclusión: El camino hacia la maestría
Las ovejas no vomitan el pasto para mostrarle a los pastores cuánto han comido; digieren la comida por dentro y por fuera producen lana y leche. Por lo tanto, procede de similar manera y no expongas tus principios a los ignorantes; muéstrales el comportamiento que producen luego de haber sido digeridos.
—Epicteto, Enquiridión (Manual de vida).
Aún estoy lejos de alcanzar la maestría en el método Bullet Journal. De hecho, estoy lejos de alcanzar la maestría en la mayoría de disciplinas de mi vida: cómo escribir relatos de ficción, cómo aplicar el método Zettelkasten, cómo escribir no ficción valiosa, cómo hacer deporte, cómo alimentarme bien, etcétera.
No existen atajos para alcanzar la maestría.
De hecho, si alguien se autodenomina “experto” de algo con menos de un año de trabajo, deberíamos desconfiar de sus habilidades. Es necesario dedicar el suficiente tiempo para profundizar en una disciplina. Y lo habitual es que ese tiempo sea mucho más de un año. Quizás son tres, cinco, diez… o toda una vida.
Entonces, ¿por qué merece la pena alcanzar la maestría?
En mi opinión, profundizar y alcanzar la maestría es una forma de ser realmente bueno. Tanto en ser capaz de generar valor con tu trabajo para otros, como para ser capaz de hacer los cambios necesarios para vivir una buena vida tú mismo.
Además —continuando con la conclusión de la entrada anterior— es una forma de dar sentido a tu vida.
Y tú, ¿te metes en el baño de agua fría?
Puedes responderme en los comentarios o directamente a este mail. En ambos casos, te contestaré :-)
Referencias:
“The Zettelkasten Method 101 LIVE Workshop” de Sascha Fast. ↩︎
“El método Bullet Journal: Examina tu pasado. Ordena tu presente. Diseña tu futuro” de Ryder Carroll. ↩︎
“Getting Things Done: The Art of Stress-Free Productivity” de David Allen. ↩︎
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