El Jardín de Gestalt

La lección más dura de mi doctorado

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#creatividad #crecimiento-personal #productividad #sesgo

Hacer un doctorado es difícil.

Durante toda la educación previa al doctorado, me enseñaron a hacer trabajo mecánico (o poco creativo siendo generosos). Por tanto, cuando empecé con el doctorado, lo enfoqué como si se tratase de un trabajo mecánico más.

Pero las necesidades y obligaciones de este nuevo entorno no se correspondían con mis expectativas. De repente, cosas que siempre habían sido certidumbres en mi vida empezaron a tambalearse.

¿Cómo podía saber si…

Estas preguntas tienen una respuesta muy clara cuando realizas trabajo mecánico en la escuela o en la universidad: si sacas buenas notas en los exámenes, lo estás haciendo bien; si sacas malas notas, te tienes que esforzar más; sabes que estás avanzando cuando pasas de curso.

Sin embargo, en un doctorado y en el trabajo creativo en general, es realmente difícil responder a estas preguntas:

Siempre he sido bastante perfeccionista —por suerte me estoy relajando mucho en este aspecto con los años—, y no poder responder a estas preguntas era algo que me ardía por dentro, porque yo realmente quería “hacer las cosas bien” en mi doctorado.

Para hacer callar a esas preguntas, decidí seguir un estricto horario de trabajo para asegurarme que estaba dedicando el suficiente tiempo y esfuerzo al doctorado.

Trabajar siguiendo un horario

Mi horario era:

Pero el problema es que te puedes mentir muy fácilmente.

Yo “empezaba a trabajar” a las 9:00, pero gastaba media hora para hablar con mis compañeros; las comidas podían durar más de una hora; hacía descansos extra, etc.

Después “acababa de trabajar” a las 17:30 pensado que había hecho un buen trabajo ese día.

En el doctorado trabajas principalmente para ti mismo —eres tú el que quiere obtener el título de doctor—: por lo que sentía que con este horario estaba haciéndome trampas al solitario.

Una vez que fui consciente de esto, no había una marcha atrás posible, necesitaba aplicar algún cambio en mi trabajo.

La revelación que tuve en ese momento es que lo realmente importante era el tiempo que estaba trabajando de forma concentrada (sin distracciones) diariamente.

Trabajar usando la técnica Pomodoro

Dejé de prestar tanta atención al horario y empecé a trabajar usando la técnica Pomodoro.

Esta técnica consiste en trabajar concentradamente durante 25 minutos y, después de eso, hacer un descanso de 5 minutos. La promesa es que haciendo esto serás más productivo y evitarás quemarte trabajando.

De esta forma, al final de cada día, podía calcular el tiempo que había estado centrado trabajando y así saber si «realmente» estaba trabajando lo suficiente y calmar a mis fantasmas del perfeccionismo.

Es innegable que hubo una mejora: pasaba mucho más tiempo en un estado de concentración profunda.

En este momento, empecé a medir el éxito de mis días en función de si había conseguido trabajar 7 horas concentrado o no.

Pero este nuevo sistema tenía problemas:

  1. Los días que tenía una reunión o que impartir clases de prácticas, podía hacer fácilmente siete o más horas de trabajo concentrado.
  2. Los días que trabajaba en solitario haciendo cosas que me gustaban, podía trabajar unas cinco horas de trabajo concentrado.
  3. Los días que trabajaba en cosas especialmente creativas o difíciles, apenas podía trabajar unas dos horas de trabajo concentrado.

Esta forma de medir el éxito era tóxico.

En días como el (1), me sentía muy orgulloso conmigo mismo porque había “hecho mucho trabajo concentrado”. En días como el (2), sentía que no me había esforzado lo suficiente. Y lo peor, en días como el (3), me sentía fatal por haber trabajado tan poco.

Yo sabía que esta forma de medir el éxito trabajando no tenía sentido alguno: si el objetivo es hacer el máximo número de horas, podría impartir clases y hacer reuniones ad nauseam porque son las tareas donde puedo estar fácilmente muchas horas concentrado. Pero hacer solo reuniones y clases, no me haría acabar el doctorado.

Conclusión: no me fijaba en lo verdaderamente importante

El problema de toda esta situación es que me estaba fijando en las cosas equivocadas: no necesitaba…

El doctorado no va de todo eso.

El doctorado es un trabajo creativo, de hecho, es un trabajo extremadamente creativo.

Por lo que hablar de tiempo y esfuerzo no tiene sentido —esas ideas son para trabajos mecánicos—, y mucho menos intentar maximizarlos.

Lo que realmente necesitaba para acabar el doctorado era…

O en otras palabras, mantenerme en un estado mental creativo durante cuatro años. Y para esto, era necesario que aprendiese una de las lecciones que más me ha costado aprender en mi vida:

Por tanto, el objetivo real es: encontrar el flujo de trabajo ideal que me facilite mantenerme en un estado mental creativo.

Y para eso, da igual si necesito un horario, usar la técnica Pomodoro, cualquier otra técnica que me recomienden. Lo que necesito es aprender las bases de cómo realizar trabajo creativo y aplicarlas.

Espero que, contar estas miserias que viví durante mi doctorado, pueda servir a alguien para ahorrarse tener que recorrer este duro camino solo.

Aunque, bueno, hay lecciones que no pueden ser enseñadas, que solo son aprendidas cuando te estampas de frente contra la realidad. En mi caso, fue necesario estamparme varias veces :^).

Y tú, ¿cómo sabes si estás trabajando lo suficiente en tu trabajo?


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