Tres consejos para empezar a (disfrutar de) escribir
Desde que empecé a publicar lo que escribo, he recibido muchos comentarios. Por suerte, ¡la gran mayoría son buenos! Sin embargo, hay una serie de frases que se repiten:
- “Yo no podría escribir ni un párrafo”
- “Yo no tendría ni idea sobre qué contar”
- “Yo no podría escribir tan bien”
Las personas que dicen estas frases es para poner en más valor el hecho que otra persona haya podido escribir y publicar algo.
Esto me provoca una sensación agridulce. Pienso que todo el mundo tiene el potencial de escribir (un blog, un relato, un libro, etc), que no se trata de una actividad especial reservada para sólo unos pocos.
Escribir es fácil.
Partamos de esta base.
El problema es que —si no respetas los tiempos y las expectativas de la escritura— te puedes complicar enormemente la vida hasta pensar que no estás hecho para escribir.
En esta entrada os muestro tres consejos para facilitarte empezar a escribir textos como el que estás leyendo ahora mismo. Y, además, ¡incluso podrás disfrutar del proceso de escribirlos! :-)
Yo no podría escribir ni un párrafo
Como muchas otras de actividades de la vida: a escribir se aprende escribiendo.
No hay mucho más misterio. Prueba a escribir y, poco a poco, irás mejorando. Esto —a pesar de que es un consejo realmente útil— puede ser duro en los inicios.
Un error típico es empezar con proyectos de escritura demasiado ambiciosos. Por ejemplo: pasar de no escribir nada a querer escribir una trilogía de libros entera. Estos proyectos, que están fuera del alcance de nuestras habilidades, acaban frustrándonos en el proceso.
Mi primer consejo para evitar esto es que implementes el hábito de las 100 palabras.
La idea es simple: reserva todos los días cinco minutos para escribir cien palabras.
Puedes escribir sobre lo que quieras: una idea, una reflexión, lo que hiciste el día anterior, etc. Hay gente (yo incluido) que escribe directamente lo que les pasa por la cabeza sin aplicar ningún tipo de filtro. Un flujo de consciencia por escrito.
Pero eso sí, lo más importante es que escribas sin volver atrás. Sin corregir ninguna frase. Simplemente escribe. Aléjate todo lo que puedas del perfeccionismo.
El objetivo de fondo es evitar frustrarte escribiendo (no caer en escribir trilogías), lo que escribas no lo utilizarás para nada más y no se lo mostrarás a nadie. No tiene ninguna otra función productiva que ser un entorno donde desarrollar tu confianza y tu habilidad escribiendo. Los que llevan esta idea al extremo borran sus textos nada más han acabado de escribirlos (yo no los borro porque me gusta poder saber qué cosas pensaba en el pasado, pero sí que los escribo imaginando que los voy a borrar).
El hábito de las 100 palabras
Elige un momento concreto de tu rutina diaria para escribir 100 palabras sobre lo que pase por tu cabeza. Escribe sin volver atrás. Límite de 5 minutos.
A continuación, os dejo como ejemplo un texto que escribí hace unos meses. Este texto salió bastante pulido (normalmente son mucho más descuidados), pero creo que es un buen ejemplo:
Un pequeño espacio de 100 palabras. Cada vez disfruto más de este pequeño espacio de 100 palabras. Es agradable escribir sin ningún objetivo productivo en mente, simplemente, escribir, ver que es lo que aparecerá en el editor de texto. Un entrenamiento físico en solitario, un ensayo de acrobacias que nunca nadie verá; pero que será el ejercicio necesario para, una vez delante del público, poder ejecutar toda la obra con elegancia y naturalidad. Una elegancia y naturalidad entrenada, aprendida. Un acto hecho hábito. Escribir como una fuente irrestricta de consciencia sin filtrar.
Yo no tendría ni idea sobre qué contar
El siguiente paso consiste en encontrar las ideas sobre las que quieres escribir.
¿Cómo puedo saber qué cosas son interesantes para que yo las escriba? Esta pregunta puede intimidar, pero existe una técnica que hace que responder a esta pregunta sea trivial.
Esta técnica se divide en dos pasos.
Define tus tres temáticas
Primero, define tres temáticas que te interesen personalmente. Muchas personas tendrán ya en mente cuales son esas tres cosas. Si tienes problemas para definirlas, puedes revisar los textos que hayas escrito con el hábito de las 100 palabras para ver si encuentras algún tema recurrente.
Por ejemplo: mis tres temáticas son productividad, creatividad, escritura. Que son los temas principales de este blog.
Piensa algo que te hubiese gustado saber 2 años antes
Segundo, piensa una herramienta, una técnica o un consejo —que utilices en tu día a día— que te hubiese gustado conocer 2 años antes.
En pocas palabras, algo que te hubiese gustado poder contarle a tu yo del pasado. Cuando encuentres algo así, tendrás una idea perfecta para escribir.
Así de fácil.
Eligiendo qué escribir de esta forma, te simplificas enormemente el trabajo previo de investigación y/o reflexión; directamente puedes escribir sobre ideas que ya tienes interiorizadas.
Por ejemplo: Una de mis temáticas es la escritura. ¿Qué consejos podría darle a mi yo hace dos años para facilitarle la vida escribiendo? Hay muchos consejos que tengo tan interiorizado que ni los pienso, pero el que fue un gran avance cuando lo descubrí fue el hábito de escribir 100 palabras diarias. Ya lo tengo, ¡puedo escribir sobre por qué es útil este hábito y cómo implementarlo!
Yo no podría escribir tan bien
Cuando leemos un texto, solo vemos el resultado final del proceso de escritura, nunca vemos el primer borrador en sucio.
El problema es que tendemos a comparar (injustamente) lo que acabamos de escribir en sucio con los textos editados de otras personas.
Por eso tenemos la sensación de que no podemos escribir «tan bien» como otros.
La realidad es que nadie escribe un texto directamente en limpio, sin errores y con un lenguaje cuidado. El último consejo es justo esto: primero escribe un borrador en sucio y después edítalo hasta alcanzar la perfección.
Escribe el borrador en sucio
Escribe un borrador en sucio de menos de 600 palabras. Se intencionalmente descuidado, el único objetivo es que dejes por escrito aquello que quieres contar y que se pueda leer de principio a fin. Límite de 20 minutos.
El resultado será un texto mal escrito, quizás incompleto, pero que podrás leer de principio a fin (esto es lo importante).
Para que sepáis a qué me refiero con “ser intencionalmente descuidado”, os dejo aquí el borrador en sucio que escribí para esta entrada.
Una vez que tengas tu borrador, queda el paso que más disfruto, editarlo hasta que sea un texto agradable de leer.
Edita el borrador
Da rienda suelta a tu perfeccionismo para pulir el borrador. Cuida, revisa y reescribe todo lo que quieras del texto. Y, sobretodo, intenta borrar todo lo que no sea necesario: cuantas más palabras muertas quites, mucho mejor. El objetivo es tener un texto de 600 palabras o menos. Límite de 2 horas.
Un ejemplo de este paso es… ¡esta propia entrada! Te recomiendo comparar cómo de lamentable era el borrador en sucio con el resultado final :^)
Conclusión: un mini-sistema creativo
Los tres consejos que hemos visto forman un mini-sistema creativo para escribir textos cortos. Yo utilizo un sistema creativo —un poco más extenso— para escribir y publicar entradas en este blog, pero la idea de fondo es la misma.
Los sistemas creativos facilitan que nos atrevamos a dar el paso para empezar a proyectos creativos nuevos.
Y tú, ¿te atreves a escribir tus ideas?
Referencias:
Los consejos de estas entradas no son míos, de hecho, están bastante integrados y repartidos en el conocimiento general sobre cómo escribir (no creo que sean de una persona en particular).
Os dejo la referencias a aquellas personas que me enseñaron estos consejos por primera vez de una forma completa:
- Hábito de las 100 palabras: “How to Write a Book” de David Kadavy.
- Escribe un borrador en sucio y después edítalo: “Writing in the Sciences” por Dr. Kristin Sainani.
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