El Jardín de Gestalt

La adaptación hedónica y el accidente de París

| 4 min (863 palabras)
#adaptación-hedónica #crecimiento-personal #opinión-personal

Esta semana he seguido pensado en la entrada anterior. Además, pude recibir feedback de otras personas que la habían leído.

Pues bien, en esta entrada quiero mostraros una reflexión más profunda que ha surgido de esta interacción con mis lectores.

Pero, primero, os dejo aquí un mini-resumen del contexto de la anterior entrada para que todos tengamos la memoria fresca:

  1. Acepté la oportunidad de realizar —por primera vez— un taller.
  2. Impartí el taller con relativo éxito: la primera parte fue genial, la segunda se descontroló.
  3. Mi sensación final fue fría: el resultado no cumplió con mis expectativas.
  4. Presencié un accidente de moto de primera mano.
  5. A partir de ese momento, sentía que preocuparme por el (buen o mal) resultado del taller era ridículo.

Ahora, que me he distanciado temporal y emocionalmente de lo sucedido, creo que lo que me ocurrió —sentir que era ridículo preocuparme por problemas leves— fue un claro ejemplo del mecanismo de la adaptación hedónica en funcionamiento.

La adaptación hedónica

La adaptación hedónica es la capacidad del ser humano para adaptarse a cambios en su vida —ya sean cambios positivos o negativos— para volver a un nivel base de felicidad.

El ser humano tiene un nivel base de felicidad (en mi caso, si me preguntas un día cualquiera, lo más probable es que te diga que estoy en un 7/10 en felicidad).

Cuando ocurre un cambio en tu vida (bueno o malo), tu felicidad aumentará / disminuirá con respecto a ese nivel base.

Pero este cambio en la felicidad es temporal: la adaptación hedónica se encarga de devolver tu felicidad actual a tu nivel base. Lo importante es que esta vuelta al nivel base se produce aún incluso si sigue presente el cambio que modificó tu nivel de felicidad.

Por eso se llama “adaptación”, es una vuelta a la situación inicial, a pesar de que existan aún los cambios que provocaron la perturbación.

La adaptación hedónica nos mantiene sensibles

La adaptación hedónica es la razón de por qué nos sentimos insatisfechos una vez conseguimos lo que queremos. Pero, también es el mecanismo que nos mantiene sensibles a los cambios en nuestra vida.

Sin la adaptación hedónica, un cambio drástico (positivo o negativo), haría que sintiésemos una felicidad / infelicidad extrema que nos haría estar saturados y nos impediría sentir nada más.

Metáfora entre la visión y la felicidad

Evito siempre que puedo poner metáforas (porque tienden a confundir), pero creo que esta vez tengo una metáfora lo suficientemente buena :^).

La vista utiliza un mecanismo equivalente a la adaptación hedónica. En esta metáfora, la cantidad de luz que llega a nuestros ojos es equivalente a la felicidad que sentimos.

¿Preparados? Empieza la metáfora.

Imagina que estás en un cuarto (una situación neutral inicial), la cantidad de luz que llega a tus ojos es la suficiente para poder habitar con normalidad ese espacio (tu felicidad está en su nivel base, un 7/10).

Pues bien, de repente, alguien sube las persianas y deja entrar toda la potencia de la luz del sol en tu cuarto (esto es un cambio positivo en tu vida).

Tu ojos estarán desbordados de luz (sentirás una felicidad extrema, un 10/10, debido a este cambio positivo). El problema, es que tus ojos estarán tan saturados de luz que no podrán ayudarte a ver los detalles del cuarto.

Entonces, para poder seguir viviendo en esta nueva situación, tus pupilas se contraen para reducir la cantidad de luz que llegan a tus ojos, para que puedas volver a ver con normalidad (vuelves al 7/10 a pesar de que el cambio sigue presente).

Fin de la metáfora.

Si no pudiésemos dilatar / contraer nuestras pupilas, no podríamos experimentar muchas partes del mundo.

Y lo mismo es cierto con respecto a la adaptación hedónica.

La adaptación hedónica es lo que nos permite experimentar situaciones distintas y ser sensibles a los problemas que importan en esas situaciones.

Conclusión: el accidente fue un flash que me deslumbró

En el anterior artículo sobre el accidente de París escribí que me era ridículo pensar en el problema de haber hecho mal un taller una vez presencié el accidente.

Creo que es un mensaje que se puede malinterpretar.

Los problemas, sean graves o leves, nos afectan de forma subjetiva. Da igual si sufres un accidente de moto o si son incumplidas tus expectativas sobre algo más mundano, ambas situaciones pueden afectarte a nivel subjetivo en la misma intensidad (debido a la adaptación hedónica).

Por lo que no quiero transmitir el mensaje de:

“Si tienes un problema leve/insignificante, es ridículo que te quejes por ello, hay gente que está mucho peor”.

Cuando escribí que era para mí ridículo pensar en mi problema al haber presenciado el accidente, me refería a que me era «físicamente» imposible hacerlo.

Retomando la metáfora de la vista.

El accidente fue para mí un potente flash que hizo que mis pupilas se contrajesen de golpe, provocando que pasase a “estar ciego” y solo pudiese fijarme en problemas realmente graves, haciéndome insensible emocionalmente a problemas más mundanos.

Y tú, ¿has notado el efecto de la adaptación hedónica en tu vida?

PD: vuelvo a tener preocupación por problemas mundanos, el accidente no me cambió para siempre.


Entradas mencionadas o relacionadas:

Entradas que referencian a esta entrada:


Sígueme en Substack

¡Gracias por leer el Jardín de Gestalt! Puedes suscribírte gratis para recibir las nuevas entradas en tu correo y apoyar mi trabajo en eljardindegestalt.substack.com o usando el formulario de abajo.