Cómo acabé mi primer relato de ficción
¡He publicado mi segundo relato!
El relato se titula “La carta bomba” y trata sobre los sacrificios que hace una pareja de adolescentes en su paso de entrar a la universidad.
Este relato tiene un elemento de ciencia ficción. Pero, no se trata de ciencia ficción futurista (de naves espaciales y alienígenas). Este relato sigue el estilo de la ciencia ficción china donde el uso de este elemento es sutil e íntimo.
Por último, Anna Brullas ha hecho la ilustración del relato :-)
Puedes leer “La carta bomba” aquí.
Este relato es especial para mí porque fue el primer relato que pude acabar en mi vida (aunque es el segundo relato en orden de publicación). De hecho, acabar este relato fue un impulso creativo tan grande que, unos meses después, me ayudó a crear el Jardín de Gestalt. Y, gracias a eso, ahora tú puedes leer estas palabras :^)
¿Por qué pude acabar este relato?
Antes de este relato, hice muchos intentos de escribir historias de ficción. Pero, nunca llegué a acabar ninguno. Se trataban de proyectos creativos demasiado grandes y ambiciosos para mis capacidades y motivación de esa época. Lo que me permitió acabar este relato fue la combinación de las siguientes ideas.
1. Escribe la historia más corta posible
Mis historias favoritas son novelas (entre 50.000 y 110.000 palabras) o, como mínimo, relatos cortos (entre 1.000 y 7.500 palabras). Cuando decides crear una historia, es muy tentador querer escribir una novela o un relato corto: es la experiencia que quieres replicar.
El problema es que, cuánto más grande sea la historia, más tiempo necesitarás para acabarla. La pregunta entonces es: ¿Podrás mantener la suficiente motivación para acabar la historia? ¿O te quedarás sin motivación a mitad de camino? En mi caso, lamentablemente, siempre me quedaba sin motivación.
Mi solución fue escribir la historia más corta posible para maximizar mis posibilidades de acabarla. Para “La carta bomba” decidí que mi objetivo sería escribir un microrrelato (menos de 1.000 palabras). Finalmente, acabó siendo unas 2.800 palabras, pero, al menos, se mantuvo en una cantidad manejable.
2. Soluciona la trama antes de empezar
En algún momento del proceso, tienes que definir la trama de tu historia (ya sea consciente o inconscientemente). Esto puede ocurrir:
- Antes de escribir el borrador.
- Durante el proceso de escribir el borrador.
- Después de escribir el borrador (durante la fase de edición).
En mi caso, disfruto mucho de descubrir la trama y los personajes mientras escribo la historia. De hecho, planificar la trama de antemano “roba” parte de la magia del proceso de escribir.
Pero, la situación más dolorosa es descubrir —durante la edición— que la trama está mal. Cuánto más has escrito de una historia, más cuesta hacer cambios profundos porque implica revisar y reescribir una cantidad mayor de palabras. Esta situación es como si hubieses construido un edificio y, únicamente al final, te hubieses preocupado sobre si los cimientos eran sólidos o no.
Puedes minimizar este dolor escribiendo una historia corta (ya que es más “barato” modificar la estructura del relato al tener pocas palabras). Sin embargo, lo que realmente evita este dolor es «solucionar» la trama de antemano: definir la trama antes de escribir una sola palabra del borrador.
Para “La carta bomba”, definí la trama de antemano y me aseguré de que la historia pudiese ser escrita en pocas palabras. Esto me obligó a tener únicamente dos personajes, una localización y unas pocas escenas. De todas formas, durante el proceso de escribir y editar el borrador, modifiqué un poco la trama: pero fueron cambios menores.
3. Escribe sobre lo que ya sabes
El proceso de escribir se puede dividir en tres fases:
- Preparar. Cuando preparas la información y las ideas que necesitas para escribir.
- Escribir. Cuando escribes el primer borrador.
- Editar. Cuando revisas y corriges el primer borrador.
Para escribir el primer borrador necesitas tener disponible la información y las ideas vayas a utilizar en la historia. Porque, de lo contrario, tendrás que parar de escribir para buscar —o crear— esas ideas e información.
Por ejemplo, imagina que has decidido escribir una historia ciencia ficción dura sobre cómo terraformar un planeta. Entonces necesitarías conocer cómo funciona la terraformación, porque de lo contrario no podrás escribir esa historia con el rigor que pide la ciencia ficción dura.
La fase de preparación puede costar mucho tiempo. El problema es que, incluso si estás escribiendo un microrrelato, si la preparación es muy costosa, necesitarás mucho tiempo para acabar la historia.
Una solución —para ahorrar el tiempo de preparación— es escribir sobre temas que ya domines: ideas que ya tengas preparadas como resultado de tus experiencias personales o tus intereses previos.
En mi caso, para “La carta bomba” no tuve que preparar nada. Elegí temas que ya dominaba como: el sacrificio, el paso a la universidad, las dudas existenciales, el proceso de piratear una videoconsola, etc. Incluso, el elemento de ciencia ficción —que no quiero revelarte para no hacerte spoiler— se trata de una idea que ya tenía pensada mucho antes de decidir escribir esta historia. De esta forma, en ningún momento necesité parar de escribir para prepararme.
4. La motivación de acabar
Puedes tenerlo todo a tu favor —conocer el método adecuado, planificar tus sesiones de escritura, tener la preparación hecha, etc.— que, si te falla la motivación, no acabarás tu historia.
¿Por qué quieres acabar tu historia? Necesitas tener una respuesta firme a esta pregunta que pueda aguantar los momentos más duros de hacer un proyecto creativo.
En mi caso, tengo muchas razones superficiales por las que quiero acabar mis historias: disfruto de escribir historias, disfruto de publicarlas y es una forma de darme a conocer. Pero, además, tengo dos razones profundas para hacerlo:
Es una forma sana de gestionar mi energía creativa. Tengo una gran tendencia a fantasear y empezar muchos (demasiados) proyectos creativos. El problema es que, si no me autolimito, estas ganas de crear se transforman en una ansiedad por crear. Empezar mis proyectos creativos, con una fuerte intención de acabarlos, es una forma de calmar y encauzar mi energía creativa.
Es una forma de dar sentido a mi vida. El acto de crear algo que tenga un impacto en el mundo —y que, incluso, pueda seguir teniéndolo una vez yo haya muerto— es algo que da mucho sentido en mi vida. Y lograr este impacto solo es posible si acabo los proyectos que empiezo :-)
Conclusión: Acabar el relato fue increíble
Siguiendo estos consejos, definí la trama del relato en unos cuarenta minutos y, después, escribí el borrador en unas tres horas. Hice todo este proceso en una tarde para evitar el riesgo de perder la motivación al día siguiente.
¿El resultado?
Acabar el primer borrador fue increíble.
Desde ese momento, el relato tomó vida propia de forma independiente a mí. Y, además, ¡podía leerlo y compartirlo con otras personas!
Este hito creativo ocurrió hace unos tres años, cuando aún estaba terminado mi doctorado y tenía una gran incertidumbre sobre qué pasaría después de eso en mi vida. Desde entonces, he continuado editando el relato, de forma esporádica, hasta alcanzar la versión actual.
Y hoy, que he publicado “La carta bomba”, no estoy simplemente disfrutando de acabar un proyecto creativo o maximizando mi visibilidad online. Estoy expresando mi intención consciente de cuidarme y dar sentido a mi vida.
Y tú, ¿por qué quieres acabar tus proyectos creativos?
Puedes responderme en los comentarios o directamente a este mail :-)
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