Necesitas flexibilidad cognitiva
¿Y si la solución es parar de insistir?
La flexibilidad cognitiva es la capacidad de adaptar tu forma de pensar y actuar cuando la situación cambia o te enfrentas a algo inesperado. Es lo que te permite pivotar a una opción mejor cuando ves que lo que estás haciendo no funciona.
Sin esta capacidad, caemos en la rigidez cognitiva: seguir insistiendo en lo mismo aunque no dé resultados. ¿Alguna vez te ha pasado? Esa sensación de estar empujando una puerta que está claramente cerrada. La flexibilidad cognitiva te permite soltar el esfuerzo inútil, y redirigir tu energía hacia lo que sí puede hacerte avanzar.
¿Cómo puedes ser más flexible?
Cuando no sepas qué hacer en una situación nueva, cambiante o inesperada, haz una pausa y pregúntate:
- ¿Qué información tengo ahora?
- ¿Es suficiente para tomar una decisión?
- ¿Qué es lo mejor que puedo hacer ahora?
Haz solo esa acción. No te adelantes. Después de actuar, observa qué pasa: ¿funcionó? ¿Qué nueva información tienes ahora para intentar algo distinto?
Ejemplo personal: cuando dejar de correr fue la decisión adecuada
Hace unos meses, había logrado consolidar mi hábito de correr 40 minutos tres veces por semana. Todo iba bien hasta que llegó la primavera… y con ella, mi alergia al polen de olivo.
Cada entrenamiento me dejaba peor que el anterior. Podría haber insistido —tengo la disciplina para hacerlo— pero no era la acción correcta.
Por lo que hice un cambio: empecé a hacer bici estática dentro de casa. Los síntomas graves de alergia desaparecieron y puede seguir entrenando en Zona 2, que era mi objetivo real.
Ser flexible no es rendirse: es avanzar adaptándote al terreno.
Un abrazo,
Fernando Nóbel
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